viernes, 28 de octubre de 2011

ley afro



Reconocimiento de las comunidades negras que han venido ocupando tierras baldías en las zonas rurales ribereñas de los ríos de la Cuenca del Pacífico, de acuerdo con sus prácticas tradicionales de producción, el derecho a la propiedad colectiva. Asimismo, establece mecanismos para la protección de la identidad cultural y los derechos de las comunidades negras como grupo étnico y el fomento de su desarrollo económico y social, para garantizarles que obtengan condiciones reales de igualdad de oportunidades frente al resto de la sociedad

FIESTAS

 Las fiestas son rituales que comunican sentimientos colectivos bien sean de alegría, exaltación, inconformismo o duelo. En primer lugar están las que evocan creencias religiosas. En ellas los pueblos agradecen y piden a sus dioses el favor en las cosechas, en el amor, en la salud y en la prosperidad. Luego están las fiestas llamadas profanas. En ellas se festeja la vida. En estos jolgorios, el cuerpo humano se permite el desenfreno y el goce se convierte en el centro de la celebración. Esta clasificación de las fiestas no debe hacernos perder de vista que la fiesta siempre transita entre lo sagrado y lo profano. Así por ejemplo, el Carnaval de Barranquilla termina el Miércoles de Ceniza. Después de saciar los apetitos del cuerpo, Joselito Carnaval muere y así comienza el periodo de la cuaresma, que invita a la austeridad y al ayuno.
Las fiestas afrocolombianas también pueden ser estudiadas mediante la observación de sus manifestaciones simbólicas e históricas. Los disfraces y las máscaras contienen numerosos símbolos que narran las relaciones sociales, los sueños y los miedos de sus portadores. Así, por ejemplo, la pelea entre cucambas y diablitos, comparsas de los carnavales en el río Magdalena, expresa la lucha entre el bien y el mal. También se han interpretado como representaciones de las rivalidades que tenían lugar entre las diferentes naciones africanas durante la Colonia. Así las rememoraciones sobre sus orígenes africanos se hacen presentes en la fiesta y en las celebraciones religiosas. En la población de Coteje, sobre el río Timbiquí, se lleva a cabo la celebración de la Semana Santa. Las calles del pueblo sirven de escenario para la puesta en escena de los episodios que rodearon la muerte de Jesucristo. Entre los más importantes está su apresamiento. En Coteje esta escena es de gran importancia y en ella aparecen como protagonistas unos personajes llamados Pilatos. Ellos van vestidos con faldas de palma, exhiben un hacha en su mano, una pipa que lanza fuego y llevan todo su cuerpo pintado. Juguetean por todo el poblado pellizcando o asustando a los niños. Si bien esta celebración se enmarca dentro de una fiesta religiosa católica es evidente que sus disfraces y las acciones que realizan los personajes guardan huellas ancestrales que nos remiten a las herencias africanas que aún perviven entre estos pueblos. Las faldas de palma presentan grandes semejanzas con las faldas de rafia utilizadas en las ceremonias africanas. Este traje se luce en múltiples festividades y es un atributo especial que representa a los espíritus de los ancestros. Así el análisis histórico de las celebraciones afrocolombianas y de su parafernalia permite discernir memorias de largo alcance condensadas en un solo evento.

GASTRONOMIA


cocina africana1

El arte de cocinar es parte notable de la identidad de los pueblos afrocolombianos. La sazón de la comida de los litorales y de los valles en donde habitan se destaca por la fina mezcla de aromas y sabores combinados con sensibilidad e imaginación. Sus cocinas se engalanan con toda clase de utensilios, elaborados especialmente para cernir, rayar, escurrir, moler, picar, adobar o servir. Bateas, pilones, rallos y susungas danzan entre las manos de las mujeres afrocolombianas para deleitar cada día con sus arroces encocaos, alegrías de millo, quesos fritos, rondones y mil delicias más.
La riqueza vegetal y animal de las regiones habitadas por los pueblos afrocolombianos se refleja en sus dietas cotidianas. Las preferencias culinarias son tan variadas como los mismos ecosistemas en los cuales han desarrollado sus culturas. No obstante esta inmensa cobertura geográfica, ciertos gustos, aromas y modos de preparación son comunes entre la gente afrocolombiana que habita lugares tan distantes entre sí como el Archipiélago de San Andrés, en el Caribe, y Guapa, en la costa Pacífica de Nariño. Permanencias de memorias antiguas, sin duda ligadas al África y al periodo esclavista, en el cual la dieta alimenticia era en buena parte controlada por los amos. Innovaciones e incorporación de productos, sabores y olores adoptados en el contacto con otras poblaciones. Bosques, ríos y mares figuran como los principales escenarios de aprovisionamiento, lo mismo que las tierras cultivadas y los pastizales en donde crece el ganado.
SABORES Y OLORES AFRICANOS
En el África occidental y central, de donde procedía la gente que llegó al puerto de Cartagena de Indias a partir del siglo XVI, predominó la agricultura extensiva, realizada con sofisticados instrumentos de labranza fabricados en hierro. Entre los más importantes estaba la azada, empleada en las labores de tala y quema. También practicaban la irrigación para lograr buenas cosechas en tierras áridas. En muchos casos estas actividades se complementaban con la ganadería. En las mesetas y lagos del África centro-oriental la dieta estaba basada en proteínas provenientes de la carne de animales de la caza y la pesca. También se consumían vegetales y, en las partes periféricas de las tierras bajas y zonas boscosas del África occidental, incluyendo la línea ecuatorial, la dieta se fundamentaba en almidón con suplemento de proteínas de la caza y la pesca.
La base del régimen estaba constituida por tres cereales autóctonos: el mijo, el sorgo y un arroz silvestre, domesticados entre las actuales Nigeria y Senegal tal vez 500 años antes de Cristo. Ellos son responsables de aportar a la dieta glúcidos y prótidos vegetales. Entre las legumbres; los garbanzos y lentejas, así como las calabazas, berenjenas, coles, pepino, cebolla, ajos, y algunas frutas como melones, sandías, tamarindos, granadas, bananos, limones, naranjas y hacia el sur la palma aceitera. El ñame fue domesticado en tres variedades: ñame grande, blanco o de Guinea y el ñame amarillo.
Para endulzar los africanos utilizaban la miel y la caña de azúcar, introducida por los árabes en el siglo XI. Consumían poca sal y, entre las especias, la pimienta y el jengibre. Las grasas más empleadas eran de origen vegetal, provenientes de la palma de aceite y del sésamo o ajonjolí. Como utensilios de cocina, las piedras de moler para majar, los morteros de madera (pilones), cuencos de calabaza, odres, cuchillos de hierro y el empleo de ollas de barro cocido.
Después del descubrimiento de América, el régimen africano también se enriqueció con la introducción de cultivos del suelo americano que, como la yuca, variaron la costumbre del consumo de cereales, la batata y el maíz, alimento básico a los largo de las riberas del río Senegal.

jueves, 20 de octubre de 2011

ARTE Y ARTEFACTOS AFROCOLOMBIANOS


Todos los pueblos crean símbolos, valores, actitudes, habilidades, conocimientos, formas de comunicación y bienes materiales. Este conjunto de saberes y prácticas es lo que la antropología define como cultura. Dentro de ella se hayan todas las expresiones del espíritu que comúnmente denominamos arte. Sin embargo, el arte visual producido por la gente afrocolombiana no ha sido honrado con el lugar que le corresponde, pues el significado corriente de las palabras "cultura" y "arte" aún designa de manera casi exclusiva las expresiones de las bellas artes producidas según lineamientos académicos. Esta postura supone que la cultura y el arte son privilegios exclusivos de las elites nacionales poseedoras de una educación especial y de destrezas sofisticadas indispensables para la comprensión y el disfrute de lo artístico.
No obstante, es necesario comprender que, a diferencia de los artistas académicos que han frecuentado las escuelas de bellas artes, muchos artistas afrocolombianos han creado su propio lenguaje plástico de manera autodidacta y muchas veces al margen de los cánones y las tendencias estilísticas del momento. El artista afrocolombiano, al igual que el artesano, guardan una estrecha relación con el contexto cultural tradicional. Mientras que la artesanía tiene un carácter utilitario, el arte afrocolombiano al que nos referiremos aquí representa universos simbólicos que se destacan por la intencionalidad estética y poética. Con intuición y reflexión estos artistas descubren sus propias técnicas para resolver los retos que les plantean el espacio, el color, las formas, las proporciones y demás aspectos inherentes a la realización de sus obras. Artistas integrales, los creadores afrocolombianos utilizan materiales tan variados como el oro, el latón, la madera, la arcilla y las fibras vegetales. Todos las obras que estos pueblos producen hacen parte no sólo de su propio patrimonio cultural, sino de el de toda la nación, pues ellas representan el sueño, la imaginación, el goce y la expresión de gran parte del pueblo colombiano.
La gente afrocolombiana ha creado objetos rituales y cotidianos, pinturas corporales, máscaras, vestuarios, tallas en madera que representan a sus santos patronos y muchas otras producciones artísticas. El estudio de este universo plástico nos sumerge en mundos de color y creatividad que nos aproximan a las transformaciones que estas sociedades han vivido a lo largo de su historia.
Los gente africana que fue traída a lo que hoy es Colombia era portadora de destrezas artísticas y artesanales muy importantes, entre las cuales vale la pena destacar la talla en madera y el conocimiento de la orfebrería, el trabajo en bronce y cobre, y la sabiduría sobre las fibras vegetales. Muchas personas africanas eran expertas en la metalurgia del hierro. Todos los oficios y artes gozaban en África de una categoría especial y casi siempre estaban ligados a lo sagrado. De ahí que el conocimiento de técnicas manuales otorgará al individuo un lugar de privilegio dentro de esas sociedades.
Desde la Colonia, los africanos y sus hijos e hijas mulatas se desempeñaron en amplios sectores de la actividad artesanal debido a que el trabajo manual era despreciado por la nobleza española. Por esta razón, la gente africana practicó múltiples oficios. En los quehaceres cotidianos que daban vida a las ciudades coloniales, fueron incorporando su propia visión del mundo y de la estética. En todas las ciudades coloniales, villas y villorios, los africanos y sus descendientes se encargaron de diversas actividades que exigían creatividad, destreza y conocimiento de técnicas sofisticadas. Tal es el caso de Cartagena de Indias, en donde trabajaron como talabarteros, plateros, herreros, albañiles, carpinteros, zapateros, sastres y pintores. También eran faroleros, confiteros, torneros, tabaqueros, panaderos, pulperos, músicos, calafateros y aserradores de madera.
Quienes sobrevivieron a las adversidades de la trata y del cautiverio lograron recrear sus culturas e impregnar las de los españoles y las de los indígenas, especialmente en los territorios de la estética. En la actualidad, la expresión artística afrocolombiana puede sorprendernos al observar una batea tallada de forma exquisita en madera de chachajillo por un minero del río Guelmambí (Nariño). La belleza de sus creaciones también puede aflorar en la joyería de filigrana de oro, realizada por orfebres de Quibdó, en el departamento del Chocó.
La creatividad de los grupos afrocolombianos se expresa tanto en el campo del arte como en el de las artesanías. Su arte representa un proceso de creación anclado en lo colectivo, a diferencia del sentido individual que prima en las sociedad occidental. Lo colectivo del arte afrocolombiano no sólo fluye en la narración de lo propio, también relata las zonas de empalme e influencia con lo otro, expresando de este modo sus contactos con otros grupos o ideologías. Su aferramiento a lo tradicional no lo exime de su búsqueda de contemporaneidad. El arte afrocolombiano y el arte de construir artefactos poseen los elementos básicos de cualquier otro arte: un creador, que trabaja con diversos medios plásticos, sean arcillas, cortezas, fibras vegetales, maderas y metales, para expresar estéticamente un símbolo, un sentimiento, una emoción en el campo de la plástica. De este modo la materia prima utilizada, como los objetos que producen, son espejos del ámbito geográfico y de las condiciones históricas, sociales y culturales en que han vivido los pueblos afrocolombianos desde su llegada del África.
La artesanía aparece como una expresión estética que puede repetirse para cumplir una función utilitaria o decorativa; representa la tradición colectiva y al mismo tiempo es un universo de expresión individual, puesto que cada creador innova dentro de los cánones establecidos. Esta tendencia permanente hacia la innovación se explica por el impacto de los cambios originados en los diversos contactos culturales de los afrocolombianos con otros grupos humanos y culturas en todas las regiones del país.
Arte y artefactos afrocolombianos están presentes en los litorales colombianos, en los valles cálidos interandinos y, hoy en día, en todas las grandes ciudades del país. Además de la poética de estas creaciones, ellas encierran la memoria histórica y cultural de sus pueblos. En los poblados y caseríos, tanto como en las urbes colombianas habitadas por la gente afrocolombiana, su producción artística y artesanal acarrea significados que rememoran las enseñanzas de sus ancestros. En Colombia existen muy pocos estudios acerca del arte y de la artesanía afrocolombianos. Sin embargo, es tiempo de comenzar a realizar investigaciones al respecto para incorporarlos de manera digna en los repertorios del patrimonio cultural de la nación.

RELIGIÓN AFROCOLOMBIANA, MITOS Y CREENCIAS

Religión afrocolombiana.[/caption] Qué prácticas religiosas y espirituales africanas  perviven y se han transformado después de la trata de esclavos hacia América Latina; si miramos la historia y la procedencia de algunos hermanos afro que arribaron a el continente Americano podemos ver lo que se creo con la presencia africana en Brasil (Candomblé), Cuba (Santeria), Haiti (Vúdu) y en Colombia (Magia, brujería, hechicería, ritos), esta última a partir de nuestra experiencia como colombianos. A pesar de que los negros traídos a América pertenecían a diferentes tribus (Yoruba, Arara, Carabali, Congos, Minas, Bantúes, Obes) y por tanto tenían diferentes cosmovisiones, según Manuel Zapata Oliviella, estas últimas tienen características comunes: 
a. La religiones africanas son esencialmente vitalistas. El individuo nace y supervive gracias a un pacto irrecusable con sus Ancestros por el cual se compromete a conservar y enriquecer la vida. b. Las religiones africanas son esencialistas. El individuo con su familia, a la cual esta adscrito como miembro indisoluble, debe regirse por la experiencia milenaria. Son los miembros mas viejos, los padres, los antecesores directos, los depositarios de esta experiencia, legada en primera instancia por los héroes semidivinizados. c. Las religiones africanas son panteístas; conciben al individuo como eslabón de una cadena y no simple ombligo del mundo, vinculado a los demás seres vivientes: hombres, animales, y vegetales; a las cosas que le sirven: tierra, aire, fuego, estrella. Y ya se ha dicho a los muertos. d. Las religiones africanas imponen sociedades jerárquicas: la dependencia del individuo y el individuo a sus ancestros, dioses, jefes y mayores.”(Comentario hecho por Manuel Zapata Olivella el el libro Las Claves Magícas de América). Del mismo modo, en todas las religiones africanas se encuentran tres momentos que tienen mayor preponderancia, estos son: el nacimiento, la iniciación y  la muerte; razón por la cual es común encontrar, a lo largo de América, expresiones que resaltan, a diferencia del cristianismo, estos acontecimientos puesto que adquieren otros significados. La variabilidad de expresiones religiosas de los afroamericanos esta dada como vimos por la presencia de diferentes tribus, sin embargo permanecen religiones africanas, aunque no en su estado puro,  y esto viene dado desde la distribución “laboral” que se hizo conde los africanos en el proceso de colonización. Así por ejemplo, en Cuba la llegada de numerosos yorubas permite que hoy la santería sea una práctica religiosa muy fuerte, claro esta entremezclada con elementos del cristianismo; el vudu, la práctica religiosa africana “mas pura” se enraíza en la cotidianidad de los Haitianos, y  durante las guerras independentistas constituyó un elemento cohesivo y organizador de la resistencia y de la victoria; en Brasil la mezcla de las diferentes tribus africanas llevó a la formación y práctica del Candomblé; mientras que en Colombia la llegada de diferentes tribus y el fuerte proceso de colonización permitió el sincretismo que hoy hallamos en  la Costa Atlántica, la Costa Pacífica y en menor mediada en la región Andina. “América le exigió "al negro" un nuevo replanteamiento de sus ideas y de la sociedad frente a desconocidas y nuevas realidades… En cada lugar la respuesta tomó forma única. Cada individuo, cada familia, cada comunidad, necesito de sus dioses nuevos que no podía ser otra cosa que potencias protectoras: deidades, astros, orichas, ancestros y difunto. La religión afroamericana nace para servir al esclavo, al exiliado, al huérfano, al desprotegido” [caption id="attachment_728" align="alignleft" width="290" caption="Cultos afrocolombianos."]Cultos afrocolombianos.[/caption] La santería, de Cuba, consiste en la adoración de santos del cristianismo pero con otra concepción, a los que se les denomina Orichas, por ejemplo Santa Bárbara es Changó,  dios de los tambores, el rayo; entre otros encontramos Oba, Oshún y Oyá, hermanas concubinas de Changó, diosas de los ríos; Dada, oricha de la vida, vigilante de los partos; Ochosi, dios de las flechas y los arcos, Ochú, oricha de los cielos, Ayé Shaluga, oricha de la fortuna, Yemayá, entre otros. A los orichas se le piden favores y por tanto en actos rituales se le hacen ofrendas de acuerdo con el pedido del Oricha hace saber a través de los ancestros. Ancestros Sombras de mis mayores Sombras que tenéis la suerte de conversar con los Orichas Acompañadme con vuestras voces tambores, quiero dar vida a mis palabras.Acercaos huellas sin pisadas Fuego sin leña Alimento de los vivos necesito vuestra llama Para cantar el exilio del Muntu Todavía dormido en el sueño de la semilla. En esta religión existe el dios todo creador al que se llama Olofi, que tiene poderes sobrenaturales, mas sin embargo no es invocado. El Santero o Babalao es el sacerdote encargado de llevar a cabo los rituales, controla poderes mágicos y es quién establece relación con los ancestros; su rito de iniciación consiste en un ritual, donde son lanzadas unas caracolas y a través de las cuales se le indica las acciones que debe desarrollar por el resto de sus días, sin embargo la iniciación no termina ahí, sino que es un proyecto de largos años de acumulación de conocimientos. El Candomblé rinde culto al dios de los cristianos, el sacerdote se le denomina “Pai Santo” oficia la misa transmitiendo las voces de los Orichas siempre en presencia de los tambores y estos son los únicos que tiene acceso al terreiro, que es el territorio sagrado de los Orichas. En Colombia existe, mas bien, es el sincretismo entre lo indígena, lo cristiano y lo africano, “el cuentero y el decimero, los rezanderos y las cantadoras, los curanderos y hechiceros en Chocó y en general en el litoral Parvífico han llegado hasta nuestros días con la huellas del griot africano, relator de cosmovisiones, de historia y de genealogías, de sabidurías sagradas y profanas. Y afortunadamente en muchos lugares de Colombia, especialmente rurales, tales personajes mantienen halos similares a los de otros en culturas afroamericanas donde la palabra es además escalera para trepar al mundo de las divinidades como lo hacen el obiaman en Trinidad, el macumbeiro en Brasil o el santero en Cuba”(Comentario hecho por Nina de Friedemann en su libro Entre al tierra y el cielo. Magias y leyendas del Chocó). Estas expresiones se hacen aún más evidentes en las expresiones mortuorias (Chigualos), las prácticas de brujería, hechicería y magia, los pedidos a los santos católicos y especialmente en la música. Otra expresión común de la presencia africana en América Latina, es que los dioses son terrenales, es decir no son ni totalmente buenos ni totalmente malos, que se traduciría en que no existe una verdad única, a la manera del cristianismo. Esto por tanto es una cosmovisión que se contrapone con el orden establecido, puesto que una de las actuales problemas es que el capitalismo y la globalización se presentan como la única salida posible a pesar de que las visibles huellas de desigualdad y pobreza que ha marcado. Esto es aún más posible porque estas prácticas religiosas no se quedan solamente en lo ritual, sino que como vimos es una cosmovisión que comprende y que tiene sus bases en lo cotidiano y en el territorio.


Tomado de : ( http://www.afrocolombianidad.info/general/religion-afrocolombiana-mitos-y-creencias.html )

CAMPAÑA CONTRA EL RACISMO EN COLOMBIA

El video que verá a continuación es una Campaña creativa que hace parte de un proyecto de sensibilización ciudadana de carácter artístico, académico, comunitario, espiritual y publicitario a través de los medios masivos de comunicación, dirigida a niños, niñas, jóvenes, adultos de todas las regiones y culturas que conviven en el territorio colombiano.   El símbolo de la campaña es una herramienta de rechazo a todas las formas de discriminación. Se trata de un sticker blanco y negro diseñado por comunidades afroasiáticas, que quieren arrancar de raíz tanta discriminación que hay en el mundo. 

viernes, 7 de octubre de 2011

RACISMO Y DISCRIMINACIÓN SOCIAL CON LAS COMUNIDADES AFROCOLOMBIANAS


En la última década los gobiernos y la sociedad dominante han mantenido inmodificable el histórico principio de supremacía y dominación blanca y mestiza en la administración pública y privada. Hoy por hoy los(as) profesionales afrocolombianos(as) siguen siendo excluidos(as) de los cargos altos e intermedios del Estado. No hay afrocolombianos(as) en cargos importantes de la Presidencia de la República. No hay magistrados(as) afrocolombianos(as) en las altas Cortes del país. No hay ministros(as) ni viceministros(as) afrocolombianos(as). Tampoco hay afrocolombianos(as) embajadores(as); y en las Fuerzas Armadas de Colombia no hay oficiales de alta graduación afrocolombianos(as).
Los últimos tres gobiernos han sido cómplices de la discriminación racial que también se ve en el sector privado, donde la persona afrocolombiana es totalmente “invisible” en los cargos directivos y de altos ingresos. Las personas afrocolombianas suelen ser excluidas de los créditos privados y las becas para realizar estudios de formación superior. De hecho, en las universidades más prestigiosas del país el porcentaje de estudiantes afrocolombianos(as) se ubica por debajo del O.1% del total de estudiantes. Estos centros educativos, así en sus estatutos establezcan lo contrario, promueven la discriminación racial al no tener programas de acción afirmativa para afrocolombianos(as). Es decir, tienen los recursos para promover la formación de población afro a ese nivel, pero no lo hacen porque el sistema sigue siendo discriminatorio y eurocentrista.
En ese orden de ideas, la historia y los valores de la afrocolombianidad como patrimonio nacional son ignorados en los textos escolares y los currículos, contribuyendo de esta manera a la reproducción de estereotipos racistas contra los(as) afrocolombianos(as). Vale la pena agregar que los programas educativos no han abordado el tema del racismo y la discriminación racial, tal como lo exige la citada Ley General de Educación y el Decreto 122 de 1998, por medio del cual se exige la inclusión de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos en todos los colegios del país.
Las nuevas generaciones siguen siendo “educadas”, a pesar de las leyes, bajo un sistema que excluye, invisibiliza, discrimina y prepara para el autorechazo y la subvaloración. Existen numerosos casos de niños(as) que han sido víctimas de discriminación racial en sus escuelas y colegios. Sus propios(as) compañeros(as) e incluso los maestros los(as) insultan verbalmente, lo cual genera fuertes problemas de autoestima.
Dicha ideología racista proviene, en casi todos los casos, del propio núcleo familiar y se multiplica en todos los ámbitos y espacios de la vida cotidiana. Lo grave es que no se reconoce como un problema y mucho menos como una violación de derechos humanos, cuando es quizás la peor de las violaciones de derechos humanos que se ven en Colombia; considerando que los niños(as) afrocolombianos(as) son víctimas de humillaciones, exclusión y discriminación, sólo por el hecho de ser afrocolombianos(as), sin siquiera entender el porqué de las mismas.
Mientras en el sistema educativo no se aplique lo que exigen las normas mencionadas, se perpetuarán los estereotipos racistas y se seguirá fortaleciendo el racismo institucional a nivel público y privado. Se seguirán formando futuros padres que terminarán diciendo una frase muy común en todas las regiones del país: “Yo no soy racista, pero no me gustaría que una de mis hijas se casara con un negro…”.
Catalogar tal frase con una violación de derechos humanos para algunos sería exagerado. Sin embargo, no lo es si se considera que exactamente algo similar ocurre, aunque a veces no se exprese verbalmente, cuando una persona afro busca cualquier trabajo y no se lo dan porque sus características físicas están ligadas a estereotipos racistas. La discriminación racial es una grave violación de derechos humanos y el primer paso para eliminarla es reconocerla como tal.

Los medios de comunicación

Los medios de comunicación se han convertido en los principales difusores del racismo y la discriminación racial en Colombia. Esto ocurre desde el siglo XIX y en la actualidad no ha cambiado la situación. En los periódicos nacionales y canales de televisión (privados y públicos) con frecuencia se usa un lenguaje ofensivo y humillante al momento de nombrar y/o caracterizar a la gente afrocolombiana, hecho que fortalece la discriminación racial a través del lenguaje. De allí que sea normal que los(as) colombianos(as), comenzando por los(as) niños(as), reproduzcan el léxico racista de los comerciales de televisión, las telenovelas y los artículos de prensa.
A los(as) afrocolombianos(as) se les dice morochos(as), negritos(as), niches, negros(as), etc., en los medios de comunicación. Estos, en especial los canales privados de televisión, rara vez contratan afrocolombianos(as) y cuando lo hacen tienden a mostrarlos(as) como personas destinadas a trabajar en la servidumbre - simplemente por el hecho de ser personas afro - lo cual alimenta la discriminación racial, precisamente ligada a estereotipos racistas. Tales estereotipos también se presentan en el uso del adjetivo “negro” para referirse a lo malo, sucio, ilegal o feo, algo que históricamente ha generado rechazo hacia el color negro y la gente negra. El Tiempo, principal diario del país, nos da un lamentable ejemplo de este tipo de discriminación racial, al destacar así la eliminación de la selección olímpica de fútbol del Brasil a manos de Sudáfrica:
Brasil la vio muy negra… Cuba y Costa Rica dieron alegrías el domingo a América Latina al conquistar una medalla de oro y una de bronce en la Olimpiada de Sydney, mientras la selección de fútbol de Brasil, gran favorita para ganar el oro, perdió 3-1 con Sudáfrica.” Nadie puede negar que la irónica expresión “la vio muy negra…” se utilizó en este caso para ofender a un grupo de jugadores negros que ganó un partido de fútbol contra un equipo conformado en su mayoría por jugadores negros también.
En resumidas cuentas, los medios de comunicación en Colombia son promotores del uso de un lenguaje racista contra la gente afro, hecho que los convierte en cómplices de esta grave violación de derechos humanos. Y aunque las normas nacionales prohíben dicha discriminación a través del lenguaje, los medios la siguen practicando porque no la perciben como tal.

En el conflicto armado y desplazamiento

En los últimos años el conflicto armado interno ha contribuido a agravar la situación de las comunidades afrocolombianas. Se ha registrado un incremento de la violencia selectiva en contra de activistas de las comunidades, con homicidios, amenazas de muerte y desplazamientos forzados, así como un mayor confinamiento de éstas por parte de los grupos armados ilegales, que las ven como un obstáculo al ocupar territorios estratégicos, como la Costa Pacífica, que son ricos en materia de recursos naturales y comercio (legal e ilegal). Ese control que pretenden ejercer los grupos armados ilegales sobre los territorios de las comunidades afrocolombianas también agrava las violaciones a los derechos civiles y políticos de éstas, ya que frecuentemente son víctimas de la imposición de bloqueos económicos, el control de alimentos y medicinas, y las restricciones a la circulación de personas, empeorando así las ya precarias condiciones de vida en las que éstas habitan.
En términos del desplazamiento forzado del que las comunidades afrocolombianas son víctimas en el marco del conflicto armado, cabe resaltar que al menos el 50% de la población desplazada en Colombia es afrocolombiana. En otras palabras, más de un millón de personas afrocolombianas han sido víctimas de esta violación de los derechos humanos, que además, por tratarse en muchos casos de territorios (ancestrales) colectivos, también se ha convertido en una violación a los derechos económicos, sociales y culturales.
Otro factor preocupante para las comunidades afrocolombianas es el hecho de que en los últimos años grupos guerrilleros como las FARC, se han puesto en la tarea de “reivindicar” a algunos líderes (como Benkos Biohó) y aspectos históricos (como el cimarronaje), relacionados con la población afrocolombiana, para nombrar sus grupos de combate o acciones, hecho que hace más vulnerable y peligrosa la labor de los(as) activistas afrocolombianos(as) en el país.
Se reitera que las principales víctimas del conflicto son las personas afrocolombianas. Si bien no hay estudios que contengan la variable étnica, las imágenes de los noticieros confirman que los grupos armados ilegales nutren sus filas con personas afrocolombianas que se integran a los mismos para superar sus dramáticas condiciones de vida o lo hacen bajo presión y amenazas.
Un hecho lamentable que reconfirma que los(as) afrocolombianos(as) son las principales víctimas del conflicto armado interno, ocurrió el 2 de mayo de 2002, día en que se presentó la peor masacre ocurrida en la historia de Colombia, la masacre de Bojayá (Chocó), perpetrada por el grupo guerrillero FARC en el marco de un combate contra las autodefensas ilegales, y en la que fueron asesinadas 119 personas, incluyendo mujeres embarazadas y niños(as), todos(as) afrocolombianos(as); convirtiendo el hecho además en una grave infracción a las normas del derecho internacional humanitario, también ratificadas por el gobierno colombiano.

Respuestas de los gobiernos

A pesar de la amplia legislación en materia de derechos humanos, los últimos gobiernos no han hecho efectivos ni los tratados internacionales ratificados ni las recomendaciones de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que buscan proteger las comunidades afrocolombianas de todo tipo de violaciones de derechos humanos, en especial de la discriminación racial de la que son víctimas, misma que tiene un impacto negativo en todas las esferas de la vida nacional.
En Colombia históricamente se ha presentado un racismo institucional fuerte que impide el desarrollo social y económico de la población afrocolombiana. El actual gobierno también ha reconocido la existencia de esta grave violación de derechos humanos, pero poco ha hecho para eliminarla en la práctica. De hecho, y a pesar de la ausencia de estudios al respecto, es fácil ver, por ejemplo, que la mayoría de los soldados que enfrentan la posibilidad de morir víctimas del conflicto son afrocolombianos, mientras se impide la promoción de oficiales afrocolombianos a los grados superiores de las Fuerzas Armadas. El actual gobierno tampoco ha creado programas de acción afirmativa y en la contratación de personal se sigue presentando discriminación racial, lo cual se refleja en la ausencia de afrocolombianos(as) en las instituciones gubernamentales.
El gobierno no pone en evidencia que en materia carcelaria, los(as) afrocolombianos(as) recluidos(as) en las cárceles son víctimas de invisibilidad (forma de discriminación racial) y no reciben defensa profesional idónea. Además, las autoridades violan sus derechos humanos, y ni el gobierno ni la administración de justicia impiden la eliminación de tales prácticas.
De otra parte, no deja de sorprender que el gobierno actual, declarado defensor de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario, y conociendo bien la problemática afrocolombiana, haya dedicado menos de media página a la misma en su Informe Anual de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario. Dicho informe se compone de 166 páginas, en las que por ejemplo sí se analiza la situación de derechos humanos de la población indígena. En pocas palabras, al gobierno poco o nada le interesa lo que pueda ocurrir en materia de derechos humanos con la población afrocolombiana, y no se ha detenido a pensar que en la medida en que se eliminen las prácticas de discriminación racial, el crecimiento económico y desarrollo social del país serán más viables.
Otro elemento que confirma el desinterés del gobierno actual hacia la problemática de la población afro del país, es el hecho de haber eliminado la única oficina creada específicamente para atender la problemática de dicha población. Nos referimos a la Dirección de Comunidades Negras del Ministerio del Interior, ente creado en el marco de la implementación de la Ley 70 de 1993. Esta oficina fue eliminada para crear la llamada Dirección de Etnias, la cual curiosamente tiene un director mestizo que no está comprometido con la población en cuestión. Además, esta oficina tiene limitaciones en materia de recursos y pretende minimizar el complejo problema de la discriminación racial institucional en Colombia. En pocas palabras, la decisión del gobierno de eliminar la Dirección de Comunidades Negras tal como venía funcionando, ha generado no sólo un estancamiento del proceso organizativo afrocolombiano, sino el agravamiento mismo de la problemática afrocolombiana. Situación que sólo será resuelta en la medida en que se apruebe una Ley que establezca la creación de mecanismos efectivos para enfrentar la discriminación racial y una institución gubernamental que maneje la problemática afrocolombiana.
El gobierno actual tampoco muestra interés por las cifras en materia de prostitución de los(as) jóvenes afrocolombianos(as), quienes terminan en este negocio principalmente debido a sus dramáticas condiciones de vida. La pobreza y la ausencia de oportunidades originadas por la discriminación racial impulsan a los(as) jóvenes afro a prostituirse en las grandes ciudades como Barranquilla, Bogotá, Medellín, Cali y Cartagena. Lamentablemente no existen estudios en este sentido y la mencionada ausencia de una institución que analice la problemática afrocolombiana permite afirmar que la posibilidad de llevar a cabo los mismos sigue siendo muy lejana.
Por último, el gobierno colombiano sigue empeñado en no reconocer la competencia del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, para que éste examine comunicaciones de personas sobre prácticas de discriminación racial, en virtud del Artículo 14º de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial; que obliga a que los gobiernos, en representación de los Estados, respondan y/o asuman la responsabilidad de rectificar la práctica violatoria de la Convención. En ese orden de ideas, surge una pregunta para la reflexión: ¿Si en Colombia no hay racismo institucional ni prácticas de discriminación racial, cuál es el temor del gobierno de ratificar dicha competencia expresada en el Artículo 14º?

Recomendaciones y conclusiones

Con base en el Informe sobre Colombia del Sr. Doudou Diene, Relator Especial de las Naciones Unidas sobre Racismo, Discriminación Racial, Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, quien realizó una Misión al país de septiembre a octubre de 2003, el Movimiento Nacional Afrocolombiano CIMARRON plantea las siguientes recomendaciones y conclusiones, en aras de mejorar la situación de derechos humanos de las comunidades afrocolombianas:
Diez años después del reconocimiento a la diversidad étnica y cultural de la nación, y a pesar de la existencia de una amplia legislación que protege y defiende los derechos humanos de la población afrocolombiana, la situación socio-económica de la misma sigue siendo precaria y tiende a empeorar cada día más.
La discriminación racial es una grave violación de derechos humanos. Sin embargo, en Colombia las personas mestizas, que en su mayoría se autodenominan “blancas”, no sólo no la perciben como tal, sino que promueven la exclusión de la población afrocolombiana de todas las esferas y espacios socio-económicos relevantes; en especial de aquellos empleos que requieren atención al público, de los medios de comunicación y de los cargos de mando del sector público y privado. Esta discriminación de carácter segregacionista limita las posibilidades de desarrollo socio-económico tanto de las comunidades afrocolombianas como de la sociedad colombiana en su conjunto.
Es necesario generar un marco normativo que defina claramente y ayude a reconocer la existencia de la discriminación racial cuando esta se produce. Como lo expresa la OIT se deben establecer directrices que garanticen la eliminación de este tipo de discriminación, que además genera y refuerza la pobreza y exclusión socio-económica de las comunidades discriminadas, en este caso las afrocolombianas. Este marco debe partir de la aprobación de una ley general contra la discriminación racial que genere la creación de una comisión contra la discriminación racial que interactúe con la Presidencia, los ministerios y el sector privado, y que impulse al gobierno nacional a reconocer la competencia del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial para examinar comunicaciones de personas sobre casos de discriminación racial en el país, en virtud del Artículo 14º de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial.
Se invita al gobierno a poner en efecto una estrategia intelectual y ética para acabar con el arraigamiento del racismo y la discriminación racial, en aras de construir un multiculturalismo solidario, democrático e interactivo, que haga efectiva la diversidad étnica y cultural proclamada en el Artículo 7º de la Constitución. Para ello, el gobierno debe exigir a las escuelas y colegios el establecimiento de la etnoeducación y la Cátedra de Estudios Afrocolombianos por un lado, y la prohibición del lenguaje discriminatorio contra la población afrocolombiana en los medios de comunicación por otro. Así mismo, debe promover políticas de acción afirmativa que garanticen la participación afrocolombiana en todas las esferas políticas y socio-económicas.
En resumidas cuentas, el gobierno actual debe promover el establecimiento de una Ley que cree una estrategia de inclusión racial en aras de generar una mayor inversión en capital humano afrocolombiano y elimine la discriminación racial ocupacional, para generar un impacto positivo y constante en la calidad de vida no sólo de las comunidades afrocolombianas, sino de todos(as) los(as) colombianos(as). La misma Ley debe impulsar la creación de una institución estatal dedicada a estudiar y encontrar soluciones a la problemática afrocolombiana. Dicho ente debe ser liderado, contrario a lo que ha hecho el gobierno actual con la Dirección de Etnias del Ministerio del Interior, por investigadores(as) afrocolombianos(as) que estén comprometidos(as) con el respeto a los derechos humanos y el desarrollo de la población afrocolombiana.

( Tomado de: http://www.afrocolombianidad.info/comunidades-afrocolombianas/racismo-y-discriminacion-social-con-las-comunidades-afrocolombianas.html )